viernes, 4 de enero de 2013

Pensando en una mejor forma de crecer

En materia del impacto de la economía sobre el bienestar de la sociedad y especialmente de los más débiles, el país ha basado su “éxito” reciente en que se exporte la producción de la tierra con lo cual resulta que primero y más que nadie, se benefician los dueños de la tierra y los que la explotan.
Se ha profundizado la segmentación social del Uruguay: los que lograron beneficiarse fueron no sólo los más ricos sino los mejor preparados, los mejor conectados, los que mejor aprovecharon la información, mientras los que no están en esos grupos se quedaron atrás y son olvidados a la hora de la jactancia.
En 2011, la mitad de todos los trabajadores ganaba apenas más de los 10 mil pesos, casi eran “diezmilpesistas”. La mitad de los asalariados privados ganaba apenas más de 11 mil pesos. La mitad inferior de los trabajadores por cuenta propia ganaba unos 8 mil pesos, y la de los beneficiarios de los programas sociales de empleo, 5 mil.
Estos grupos eran el 40 por ciento de los ocupados, eran en esencia diezmilpesistas, mientras se multiplicaban las residencias en Punta del Este, los yates, las 4x4, los viajes lujosos, el whisky de 12 años y el agua mineral importada al país del Agua Salus.
La Encuesta de Hogares no muestra que mejoró la distribución del ingreso porque esas encuestas nunca logran captar los ingresos de los ricos. Nuestra encuesta tampoco capta el ingreso de los más empobrecidos porque no los encuentra: como se usa una muestra de 2004 muchos de quienes vivían en áreas urbanas pobres, hoy viven en cantegriles y así los encuestadores no tienen cómo encontrarlos.
La suma del empleo bien remunerado en el agro, los servicios urbanos modernos, el empleo público, la construcción comercial, la escasa industria nacional y algunas actividades comerciales de mediana productividad apenas sobrepasa la mitad de la fuerza de trabajo, y así deniega el acceso a los beneficios del progreso técnico a no menos de 45 por ciento de la población activa del país, una vez que se cuentan los desocupados.
Ese grupo de trabajadores queda relegado por falta de acceso a empleos bien remunerados, en empresas suficientemente productivas como para poder pagar los salarios y demás costos correspondientes a una sociedad moderna justa.
Cómo revertir esa segmentación que destruye la sociedad igualitaria uruguaya?
La experiencia internacional nos dice que eso se logra sólo si se crean miles de empleos bien remunerados, estables, provistos de seguridad social y sindicalizados. Es decir, empleos industriales.
Primero fue Inglaterra que desde 1750 se industrializó, empleó gente con salarios altos que la atrajeron a las ciudades donde recibió salud, educación y sindicalización. La segunda ola de industrialización inglesa llevó a sus artefactos de guerra y transporte a dominar las tierras y los mares.
La riqueza de las naciones ha estado siempre asociada a su industrialización, desde la Alemania y los Estados Unidos de la segunda mitad del Siglo XIX hasta la China de principios del Siglo XXI, pasando por Japón, Corea, y los otros países asiáticos que siguen sus pasos. Casi no hay excepción a la regla de las diversas formas de industrialización como camino al desarrollo económico y social.
La excepción son los países latinoamericanos, que creen ser el continente del futuro… desde hace más de un siglo.
En un país pequeño, las empresas que generen buenos empleos sólo pueden ser exportadoras. Lo demuestran las empresas que exportan trabajo uruguayo en forma de logística y de servicios de altísima especialización como en el caso del software.
Hay quien pregunta “exportar, qué?” Eso sólo lo pueden descubrir los empresarios modernizadores, si el Estado ofrece las condiciones necesarias: apertura a exportar sin restricciones artificiales, tipo de cambio real alto y estable, y algunas ventajas internas que, sin violar las normas de la OMC, compensen aunque sea en parte que la industria no tiene la inmensa ventaja que al agro le da la fertilidad de la tierra.
No se trata de “exportar de todo” como se intentó hasta mediados del siglo pasado. Ni se trata de competir con países de salarios bajísimos, como no se pretendería reemplazar la producción suiza de relojes o la alemana de elementos ópticos de suprema calidad. Pero para un país pequeño el mundo está lleno de nichos rentables que los empresarios deben descubrir: “exportare necesse” y no sólo lo que sale de la tierra.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Ésta fue a Búsqueda 13 de diciembre

Inmoralidad
El Poder Ejecutivo dice que con el Fondes puede revivir empresas privadas que quebraron, convirtiéndolas en exitosas cooperativas de sus trabajadores.

La cooperativa es una forma de gestión poco eficiente. Supongamos tres pescadores en un bote. En el sistema de propiedad privada de lo pescado, aunque se haya pescado suficiente para cubrir las necesidades alimenticias de cada uno, todos los pescadores tendrán incentivo para seguir pescando, aun cansados y sedientos,  porque cada nuevo pescado es un ingreso para él. En el mismo ejemplo, pero con sistema cooperativo,  el esfuerzo de trabajar más es igual que en el primer caso, es igualmente costoso para cada pescador, pero le deja a cada uno apenas un tercio del beneficio de la venta del pescado.

Es claro que el segundo sistema llevará a menos esfuerzo.

Entonces: el Poder Ejecutivo ve que quebró una empresa dirigida por alguien que se especializó en dirigir empresas y tuvo todo el incentivo para hacerlo bien, pero cree que esa empresa, sin cambio de rubro, sin modernización que los cooperativistas no pueden financiar, en suma sin cambio relevante alguno más que en la propiedad,  será exitosa si está dirigida por los que ganarán una fracción pequeña de las ganancias (digamos un centésimo de ellas si hay cien empleados), no tienen el menor entrenamiento gerencial y bien pueden tener estrategias comerciales y necesidades personales diferentes de las del “compañero” de al lado, que tiene igual derecho a opinar.

Ya lo vemos en el disparate de “Air Pluna” donde los pilotos ya dicen que quieren mandar ellos mientras todos los demás los miran con cara de “che, contame, qué relación tiene saber manejar un avión con saber dirigir una empresa”?

Nadie con un gramo de seso puede creer que esto va a funcionar.

Los políticos frenteamplistas tienen muchos, muchísimos, gramos de seso –de lo contrario no serían “El Favorito” para ganar la próxima carrera electoral con la monta de un jockey llamado Vázquez Sendic.

Por tanto, lo que está haciendo el Fondes es gastar plata de los uruguayos –de quién son las ganancias del BROU, “el banco de los uruguayos”?- para promover la próxima victoria electoral del Frente, con subsidios varios que empezaron con Alur, con indecencias como la de Empalme Olmos, y ahora van a seguir con los 30 millones que quiere Air Pluna. Pa' empezar.

Será inmoral? Qué te parece?

Cordialmente
Jaime Mezzera
CI 793192-3

lunes, 12 de noviembre de 2012

Olesker enojado con los blancos


ESTE FUE A BUSQUEDA EL LUNES 12 DE NOVIEMBRE

Estimado señor Director:

el Cr. Olesker se refirió recientemente a los resultados logrados desde 2005 en materia de "pobreza, indigencia, desigualdad, empleo, informalidad, salario real y salarios mínimos”,  calificándolos como de gran magnitud y agregando datos que calificó de "contundentes". Con orgullo resaltó el aumento del gasto en salud y educación.

En Facultad estudiamos la diferencia entre insumo y producto: insumo es lo que uno gasta para lograr algo; y producto es lo que en efecto logra. Se estudia en profundidad ese tema crucial, basándose en los trabajos del economista ruso Vassily Leontief –premiado, por ellos, con un Premio Nobel en 1973. Estos dos gobiernos uruguayos gastaron más que nadie en salud y educación -el insumo fue enorme-, pero los resultados que se logran hoy dan vergüenza comparados con los que se obtenían en la historia del Uruguay –el producto no fue pequeño sino negativo.

Parafraseando aquello que contaba Clinton, hoy decimos “es la matriz de Leontief, contador!”.

En otros temas, el Cr. Olesker, enojado con los blancos y comparando con el gobierno de aquéllos, usó datos de cambios desde 2005… cuando hacía más de una década que terminara el gobierno blanco y habían ocurrido las no Siete pero sí Varias Plagas que le tocaron al último Gobierno pre Frente.


Además de su atemporalidad, las cifras oleskerianas son erradas porque se basan en el indicador errado, en este caso la Encuesta de Hogares. La nuestra es una de las mejores del continente pero, como todas las del mundo, no logra captar el ingreso de los ricos porque éstos usualmente no dan información alguna o, si lo hacen, declaran una porción ínfima. Pero la nuestra sufre además el efecto de un cambio social muy grande: en los últimos años miles de familias de entre las más pobres dejaron sus viviendas urbanas y se fueron a vivir en asentamientos. Como la Encuesta se basa en el último Censo, el de 2004, todos aquellos pobres que por entonces vivían en el barrio Tal y ahora están en la población Cual, no son encontrados por el encuestador y la ausencia de sus datos de pobreza mejora todos los promedios.

Entonces, señores, si no se puede medir el ingreso de los ricos ni el de los pobres, cómo se puede hablar de cambios en la distribución del ingreso?

Debe haber disminuido mucho la indigencia y algo la pobreza porque para eso está el MIDES, cuyos subsidios durarán lo que los vientos externos favorables que han permitido al gobierno inflar sus presupuestos como nunca antes.

Finalmente, es cierto que los salarios han subido muy por encima de la productividad. Y esos altísimos salarios reales son los que cada día más dificultan la producción transable y nos convierten en una pequeña sociedad incapaz de exportar su trabajo –sólo exportamos la fertilidad de nuestra tierra- donde un tercio de la población subsiste vendiéndose mutuamente pequeños servicios y pequeño comercio.

Y hasta ahí llegará la magia, señores: desperdiciaron la bonanza, multiplicaron el endeudamiento, no crearon fuentes de empleo estable y bien remunerado y en consecuencia serán recordados por haber concretado el peor manejo económico de la historia de esta República.
 

ESTE ME TIENE ATORADO DESDE QUE EMPEZO LA CRISIS EUROPEA

Algún día te vas a avivar…

Hay gente que sigue creyendo que las mesas que fueron de cuatro patas pero les cortaron una, pueden seguir paradas en tres de las cuatro originales, como lo intentaron España, Grecia, el Sur de Italia… y el Uruguay.

Los europeos que están en las cuerdas –alguno de ellos K.O.- son los que creyeron que podían olvidarse del rol crucial que juega el tipo de cambio como “piso” en que se asienta la competitividad y así emparejar la cuenta corriente con servicios vendidos en verano a los trabajadores ricos de países industriales. Cuando los asalariados de las industrias de Alemania -y de los demás europeos que no se olvidan de las cuatro patas de la mesa- no fueron a veranear a las islas griegas, a la Costa Azzurra y a la Costa Brava, los países que creyeron en la venta de servicios a los asalariados de las industrias de países vecinos, oyeron el cantito de “algún día te vas a avivar…”

Eso lo vamos a oír nosotros este verano y después lo vamos a ver reflejado en la cuenta de del balance comercial… y algunos uruguayos pensantes confirmarán que un país con sólo tres sectores -agropecuario, público y de servicios- … no anda!

Ya estoy oyendo a alguno que pregunta “exportar… qué?” y yo le contesto, “a usted se le había ocurrido exportar soya? No? Ah!, porque ése es el rol de los empresarios privados, descubrir qué es lo redituable, una vez que el Estado les haya fijado condiciones económicas viables”.

Algún día tendremos un gobierno que sepa economía y se dé cuenta que con el tipo de cambio bajo y sólo tres sectores viables el país no subsiste, la gente tiene empleos misérrimos, y ésa es la política económica más reaccionaria porque es la que genera la diferencia creciente en los niveles de vida, la fractura social y la profundización de la pobreza.

ESTE FUE A BUSQUEDA Y EL OBSERVADOR A MEDIADOS DE SETIEMBRE PERO NO LO PUBLICARON

Contrariando la lógica y la ética, mucho le sirve a Mujica el “como te digo una cosa, te digo la otra” porque ante cualquier barbaridad suya, nos encogemos de hombros o aun repetimos el sonsonete, como cuando Vázquez quería más y mejor Mercosur. Cada uno con su cantito.

Ya uno ni se acuerda de aquella idea de “traer” campesinos ecuatorianos a trabajar en el Norte del país. Era un disparate porque los campesinos ecuatorianos tienen mejor poder adquisitivo que los nuestros. Mujica lo sabe pero a veces le conviene repetirlo, vaya uno a entender por qué.

Y de las promesas de campaña, alguien se acuerda? En 2012 habría 50 medidas…

No gobierna, divaga. Inventa cosas y se desdice. Tira “bolazos” y después los niega. Inventa conspiraciones de la prensa. Agrede hoy y acaricia mañana. Insulta periodistas y no se excusa. Lanza hoy una propuesta disparatada y mañana sale con otra.

Y miente, como una vez más quedó claro en el caso de las coimas en la CARP, como en la falsedad de la acusación que hizo, por más que haya sido por interpósita persona, sobre las causas de la cesación de la Ministra Muslera, como en los vericuetos que arman para tapar la realidad de Pluna y de la sumisión ante la prepotencia de la barrabrava peronista, como cuando dice que los problemas de la educación, la salud y la violencia vienen de “la herencia maldita”, como tantas otras que ocuparían demasiado espacio…

Nixon no gobernaba mal pero no le perdonaron mentirle a su pueblo. No me gusta la forma yanqui de hacer política, pero en esto de las mentiras, tienen razón. Aquí, en cambio en estos días se dice que al MPP le fue mal en la elección porque no estaba Mujica… Quién nos entiende?

Agradezco al señor Director.

Jaime Mezzera

793.192-3

domingo, 26 de agosto de 2012

El mercado de trabajo

Del mercado de trabajo se dice que la tasa de desempleo abierto es baja y que hay gente que gana poco. Hay millares de excluidos de los beneficios del crecimiento, pero ello casi nunca se vincula al mercado laboral.
Primero,  basarse en el mercado de trabajo es crucial en una estrategia socio económica para mejorar la distribución del ingreso y terminar con la segregación social.
Segundo, poco desempleo y bajo ingreso a menudo van juntos: si en una familia nadie gana ni cerca de lo necesario para que la familia sobreviva, entonces todos tienen que trabajar en lo que puedan, aun por pesitos, para ayudar a “parar la olla”. Es la historia de décadas de migración desde zonas rurales donde todos trabajan ganando muy poco, hacia ciudades donde se gana tanto más cuando uno tiene empleo que se puede salir bien parado aunque se sufran períodos de desempleo.[1] En otras palabras, es la proliferación de los “diezmilpesistas” y malabaristas de esquina lo que explica en gran medida la baja tasa de desempleo abierto.
Tercero y mucho más importante, exportar bienes primarios sin procesar o con mínimo procesamiento, genera enormes ganancias para los dueños de la tierra que ha quintuplicado su valor y el monto de sus arrendamiento, tanto como para quienes explotan tierras arrendadas. También provee empleos mejores que nunca para ingenieros agrónomos, veterinarios y otros técnicos asociados a la modernización. Es muy probable que otros trabajadores agropecuarios se hayan beneficiado también.
Todo ello quizá llega a ser algo así como un 10 por ciento de la población, porque ésta es urbana en casi 95 por ciento.
En las áreas urbanas donde viven y trabajan casi todos los uruguayos, ha habido notables beneficios para los que proveen las maquinarias e insumos para la modernización, y empleo para un grupo de empresas y gente del área de servicios asociados a la creciente exportación agropecuaria: actividades de logística, financiamiento, comercio exterior, etc.
Como la inmensa mayoría de lo que se exporta –la excepción es la celulosa- sale con nulo o casi nulo procesamiento industrial, la gran mayoría de los trabajadores del sector urbano privado -que en países con otros modelos de crecimiento son ejecutores y beneficiarios de los procesos de modernización e inserción internacional exitosa- aquí sólo consiguen trabajar en actividades de pequeño comercio y pequeños servicios que les procuran muy bajos ingresos y entonces explican, como dije arriba, tanto el estancamiento socioeconómico urbano como la brecha creciente entre los que encuentran espacio en el modelo y los que no lo logran.
Este modelo de crecimiento exportador primario es lo que han hecho todos los gobiernos uruguayos de hace muchas décadas, huérfanos de cientistas sociales que entiendan que insistir en exportar lo que sale de la tierra es lo que nos convierte en “el país del futuro”… hace un siglo. Ignorar las consecuencias del tipo de esquema económico sobre el mercado laboral y, a través de éste, sobre la distribución del ingreso y el bienestar, explica por qué hemos pasado de ser la excepción en un continente injusto a donde estamos hoy.
Todos sabemos que un país chico necesita exportar. No pensar en el mercado laboral impide darse cuenta que se trata de exportar trabajo uruguayo.
Para ello hay que decidirse de una vez a exportar a quien quiera comprarnos –aun si no les gusta a los “socios”(?) del Mercosur. Hay que invertir en la infraestructura exportadora: generar electricidad barata, profundizar los puertos y sus accesos, resolver cómo transportar a ellos bienes exportables, tener una banda ancha que sea “ancha” de verdad, reducir los costos de nuestros salarios en términos de dólares. Todo eso se puede iniciar si de verdad toda la inversión pública se financia con ahorros privados.[2] Como ello reduciría el gasto público en varios puntos de por ciento del PBI y transferiría millares de empleos al sector privado y ello, eventualmente, haría que en la cúpula del PIT-CNT volviera a haber gente que sabe que de “la piolita” se puede tirar hasta un límite más allá del cual se pierden empleos. Sin duda, se desvanecería el fantasma inflacionario -siempre que no se insista en otorgar alzas salariales insostenibles.- y se reduciría el tamaño de la devaluación necesaria para reconstruir la competitividad perdida. Y, como se hizo en Brasil entre 1999 y 2002, hará falta una unidad no burocratizada de promoción de exportaciones que empiece por mostrar a los potenciales exportadores qué se quiere comprar en los países Tal y Cual, continúe por ayudarlos a adaptar su producción a los patrones demandados, los apoye con crédito y termine por crear una “marca país” válida para promocionar industria y servicios.
Lo demás se nos daría por añadidura.


[1] Hace más de 40 años que la aparente contradicción de emigrar hacia lugares con más desempleo fue explicada por el llamado “modelo de Harris-Todaro” en las ediciones de 1969 y 1970 de la American Economic Review.
[2] Será necesario re generar la confianza que Mujica creó en el Conrad.

Recursos productivos y distribución del ingreso y la riqueza

            Se sabe desde el siglo XIX que no es posible alterar en medida importante y permanente la distribución del ingreso a menos que cambie la distribución de los activos productivos. Los izquierdistas antiguos creían en la reforma agraria y muchos apuntaban también a los demás activos productivos: en el Chile de Allende se nacionalizaron las empresas del cobre, buena parte de las tierras y muchas empresas industriales y comerciales urbanas.
Como los beneficiarios de las nacionalizaciones y expropiaciones se revelaron sumamente ineficientes y, además, la reacción de los dueños originales de aquellos activos fue entre muy fuerte y salvaje, la izquierda ya no habla de expropiar sino que repite la receta de 1974 del Banco Mundial: salud, educación, impuesto a la renta, gasto social y empresas recuperadas.
Pero hace décadas que se sabe que así no se distribuye la renta, y menos la riqueza, porque los capitales emigran si se los grava pesadamente: los capitales son móviles mientras el trabajo es relativamente mucho más fijo. Por eso las tasas del IRPF que gravan el trabajo son más altas que las del IRAE que gravan la producción empresarial.
Para cambiar en el largo plazo y definitivamente la distribución del ingreso y la riqueza hay que cambiar el recurso productivo en que se basa el crecimiento económico, porque no es viable cambiar la propiedad del mismo.
Mientras sigamos exportando lo que sale de la tierra y los animales que crecen comiendo lo que sale de la tierra, seguiremos enriqueciendo a los dueños de la tierra.
Si sube el precio de la soja o el trigo o la carne, o si las nuevas tecnologías permiten aumentar el rendimiento de cada hectárea de tierra, los dueños de la tierra ganan ingreso porque venden más y más caro, pero además se enriquecen porque sube el precio de la tierra.
Tenemos que especializarnos en exportar capacidad de trabajo de los uruguayos y así aprovechar que, a pesar de la estrategia gramsciana con que hace décadas se pudre la cabeza de los jóvenes, todavía tenemos niveles de capacitación laboral que superan los de casi todo el resto de este continente.
De ello se sigue que no es verdad que “los empresarios no encuentran mano de obra” para crecer. La encuentran, la preparan y la emplean cuando ven el negocio, como acaba de demostrar el sector agropecuario, cuyo salto tecnológico no tiene parangón en la historia económica del Uruguay.[1] El campo saltó de ser lo atrasado a liderar el crecimiento de la productividad porque un núcleo de empresarios –muchos de ellos extranjeros- vieron el negocio y hoy el símbolo del campo no es el peón que arreaba vacas a caballo con un lazo y un perro sino un empleado que, guiado por GPS, siembra la combinación exacta de semilla y químicos, manejando una máquina que cuesta más de medio millón de dólares.
Los empresarios agropecuarios le tuvieron que pedir al Gobierno que les calificara la mano de obra? No! lo hicieron como se ha hecho siempre en todo el mundo: le dijeron al vendedor de la máquina “te la compro pero tenés que enseñarle a mi gente cómo usarla”. Y a esa gente preparada le pagan mucho mejor que antes, sea o no el empleado que opera un GPS la misma persona humana que antes era peón de a caballo.
Del mismo modo, la hotelería moderna no tuvo que pedirle a nadie que le formara el personal sino que vio el negocio y formó a su gente por sí misma a partir de conocimientos que los chicos traían de la Secundaria.
Claro que si se sigue tratando de reducir la enseñanza del inglés y la computación y un dirigente de Secundaria quiere salirse de las PISA para compararnos con Bolivia y Venezuela, se nos va a acabar la ventaja que tenemos.
Pero si podemos empezar a exportar trabajo y conocimientos de la gente antes que se destruya lo que queda de la calidad educativa uruguaya, estaremos dejando de exportar gente, como en las decenas de miles de jóvenes que han emigrado, y pasaremos a crecer exportando capacidad humana incorporada a bienes y servicios, de modo que esa capacidad será el recurso exportable principal.
Así sí se cambia la distribución, no sólo del ingreso sino de la riqueza.
La capacidad de la gente es, además,  un recurso renovable, que puede crecer y perfeccionarse sin límites, por lo que no es pasible de oligopolización como sí es la tierra.
Claro que para tal cosa ocurra es necesario cambiar drásticamente la política de inserción externa, la monetaria-cambiaria, y la fiscal.
No es viable dejar que los precios de los commodities enriquezcan a los tradicionales dueños de la tierra y después pretender cambiar la distribución del ingreso con el impuesto a la renta y este otro engendro mal parido del impuesto a las grandes extensiones, especialmente cuando 95 por ciento de nuestra gente vive en las ciudades y no tiene empleos medianamente remunerados porque se produce en el campo todo lo que es valioso en este esquema decimonónico al que hemos vuelto.
En consecuencia, cada vez más gente urbana, aunque tenga trabajo, recibe ingresos insuficientes y se va a poblaciones marginales, porque con este esquema de crecimiento basado en la fertilidad de la tierra, faltan miles de empleos privados bien remunerados en las ciudades, donde vive la gente.
Para crear esos miles de empleos privado no hace falta inversión pública sino unas pocas medidas inteligentes,
1.      Olvidarse de las restricciones que nos impone el Mercosur.
2.      Hacer tratados de libre comercio con todos los países que nos acepten, que serán todos, porque como somos pequeños, nuestra producción no daña perceptiblemente a la de los países socios.
3.      Dejar que suba el tipo de cambio real mediante tres mecanismos:
-El primero es cortar drásticamente el gasto público que genera inflación; como será políticamente difícil reducir el empleo público, hay que empezar por realizar toda la inversión pública con fondos privados, usando en serio los PPP que los argumentos ideológicos del siglo XIX mantienen trabados; esa inversión pública orientada a la exportación de bienes y servicios conteniendo trabajo de los uruguayos tendrá que incluir vías férreas, puertos y sus accesos, energía eléctrica barata, banda ancha que sea ancha de verdad, comunicaciones sin trabas y, naturalmente, las inversiones no inmediatamente productivas en materia de educación, salud y seguridad pública. Como eso proveerá a la economía de muchos miles de empleos privados al menos relativamente bien pagados, será la base para comenzar a revertir el desastre ocupacional urbano.
-El segundo es gravar pesadamente la enormidad de dinero extranjero que entra por  motivos especulativos y así hace bajar el tipo de cambio.
-El tercero es dejar de creer que, como en los primeros cursos de macroeconomía de facultad, la inflación se reduce alzando la tasa de interés, que lo que hace es atraer los fondos especulativos recién mencionados.
4.      Junto con dejar que suba el tipo de cambio con esos tres mecanismos, será necesario terminar con una serie de impuestos y otras gabelas que limitan el comercio exterior.
5.      Habrá que ofrecer incentivos no prohibidos por la OMC a las empresas que exporten bienes y servicios que sean muy intensivos en mano de obra de alta calificación.
Ese conjunto de medidas nos convertirá en exportadores de bienes y servicios que usen mano de obra calificada.
Logrado eso, hará falta una batería de otras medidas que exceden en mucho los límites de este trabajo.


[1] Hay docenas de trabajos de Joaquín Secco García y otros que explican cómo pasó todo esto, en un proceso de origen político –los agricultores argentinos se cansaron de los cristinazos- y de contenidos tecnológicos y económicos.