viernes, 23 de marzo de 2012

Pérdidas económicas y conducta cívica.

            Las violaciones de “los países grandes” a las estipulaciones del Mercosur tienen una gran diferencia, una similitud y un resultado nacionalmente deprimente.
La gran diferencia es los argentinos violan los convenios con la ordinariez que les resulta natural. En cambio, los brasileños lo hacen con la delicadeza que les resulta natural a ellos. La similitud es que hacen el mismo daño al Uruguay, en lo económico y en lo conductual y, para sorpresa de quienes me conocen, a esto último quiero referirme.
Hay que no entender nada de historia latinoamericana para seguir diciendo sandeces sobre la posibilidad –y conveniencia- de una especie de Patria Grande latinoamericana que nos convertiría, mágicamente, en países mejores, más ricos, más fuertes, más cariñosos... y sobre tal sandez construir un argumento para quedarnos en este Mercosur. Ya no aquel llorón cantito “quiero más y mejor Mercosur”, pero sí el igualmente descaminado y hasta ridículo grito de “lo defenderemos a muerte”.
Hay que ser espiritualmente muy resignado para que a las violaciones argentinas que destruyen nuestros empleos y nuestras empresas se responda con promesas –que de seguro nunca se concretarían- de subsidios que significarían que con los impuestos de los uruguayos se financie el costo del patoterismo peronista.
Hay que no entender nada de inserción económica internacional ni de competitividad externa y hay que no tener un gramo de aquel orgullo nacional que un día tuvieron nuestros gobernantes, para decir que debemos soportar cualquier impertinencia brasileña porque de lo contrario Conaprole perdería el mercado y se enojaría.
Hay que tener algo muy raro en la cabeza para plantear la necesidad de que Uruguay y Paraguay se pongan de acuerdo para pararle los pies a los países mayores.
Hay que ser muy adulador y pedigüeño para haber aprobado la entrada de Venezuela al Mercosur del modo que aquí se lo hizo, y hay que tener una total falta de respeto por las normas democráticas y diplomáticas para pretender cambiarle el voto a unos senadores paraguayos que, en todo su derecho, dicen que no a ese ingreso.
Y la oposición política tiene que ser muy incompetente para que la desflecada cooperativa de votos que hizo todo esto sea vista como la favorita para los próximos comicios.