viernes, 8 de marzo de 2013

Don Juan Castillo (El Observador, 8 de marzo de 2013)

Apreciado señor Director, creo que a esta altura el Sr. Juan Castillo debería saber que frases como la que apareció en El Observador del 5 de marzo: “Sin prisa y sin pausa el FA va a seguir cambiando el país a favor de los más desfavorecidos” se demuestran falsas en cuanto uno mira lo que muestran los datos del INE –un organismo del Gobierno, no de alguna “oposición mentirosa”
Esos datos provienen de la Encuesta Nacional de Hogares Ampliada de 2011, el último año disponible, y demuestran que entre los trabajadores quienes mejoraron fueron los asalariados que negocian colectivamente y muy especialmente los del sector público, que en general no son de la gente que “se mata trabajando” pero ganaba, en promedio 23 mil pesos al mes. Los seguían otros de los prendidos a la teta estatal, los miembros de las subsidiadas cooperativas de producción y recién en tercer lugar aparecían los asalariados de empresas privadas, que sí trabajan en serio para ganar dos tercios de lo que reciben los públicos.
Pero los más desfavorecidos, señor Castillo, no son los asalariados que negocian colectivamente y llevan a los burócratas sindicales a cumbres que no merecen, sino los trabajadores de empresas pequeñas, por tanto no sindicalizados, y los trabajadores por su cuenta con inversión propia que no son empleados de nadie, que no tienen teta de patrón de la cual colgarse y que, en consecuencia, ganan poco más de la mitad de los públicos; esta es gente que, además de trabajar más horas que nadie, invirtieron lo que tenían en su pequeño negocio, “jugándosela” como no lo ha hecho ningún burócrata sindical.
Finalmente, están, esos sí, los verdaderos desamparados, que son los trabajadores por cuenta propia sin inversión, pobres entre los pobres porque ni un puestito en la calle han logrado tener y en 2011 les pertenecía un ingreso medio de menos de 4 mil pesos.
Qué ha hecho, señor Castillo, la burocracia sindical por éstos que son los verdaderos pobres, qué ha hecho por ellos el PIT-CNT? Qué ha hecho por ellos su Frente Amplio que lo sentó en el Palacio Legislativo? Qué han hecho todos ustedes, Señor Castillo, más que arrogarse aciertos, virtudes, bondades, acciones e intenciones que no tienen?
Agradezco al señor Director la posibilidad de poner las cosas en su lugar en este Uruguay donde tanta gente tergiversa, con éxito, la realidad. Un cordial saludo de
Jaime Mezzera

domingo, 3 de marzo de 2013

Goebbels redivivo

Goebbels redivivo
Jaime Mezzera

Todos los que no respetan la democracia siguen la fórmula de Goebbels sobre la mentira.[1] El Frente es un buen caso de enchastrar al contrincante durante 40 años para que buena parte de la población que sabe que este gobierno es impresentable, fue tan envenenada por aquella propaganda mentirosa, que hoy se niega siquiera a pensar en no volver a votarlo.
Eso hoy por hoy significa volver a votar a Vázquez aunque saben que, si electo, terminaría su gestión con más de 80 años, una edad en que poco se acepta que alguien maneje ni un auto por la calle.
Pero además saben que al asumir en 2005 “le transfirió” las acciones de la empresa médica al hijo, que no tenía como pagarlas por mucho que se haya hecho ante escribano público; y que es el primer presidente en la historia que usó su cargo y su amanuense principal para atacar con mentiras (que por poco le costaron a la amanuense una severa sanción), al principal competidor en el área de las empresas de radiología oncológica.
Saben que fue el presidente part-time, que en ejercicio de su cargo tuvo tiempo para trabajar en su clínica y en La Española (donde era subordinado de un subordinado a su subordinada…), y para pescar.  Fue aquel a quien una empresa con negocios –dudosos, además- con el Estado le entregó una lancha para que pescara –lancha que por cierto parece haber vuelto a su dueño original y a ostentar su nombre anterior. Fue el que, como los militares en la dictadura, volvió a cerrar con cadena la entrada al Río San Juan, una cadena vergonzante que en 1985 Sanguinetti y Alfonsín habían tirado al agua en un acto simbólico de la hermandad de dos pueblos.
Fue el que presidió cuando el oscuro asunto de las pérdidas de Casinos, el presidente en cuyo período no se aclaró por qué voló una mujer en pedazos en el Buceo al explotarle una bomba que llegó por correo privado pero se inauguró un caso de subsidio masivo a la producción de lo que no se puede producir rentablemente ni en Bella Unión, bajo quien hubo un caso Feldman nunca aclarado, una valija con dólares venida de Venezuela, unas casas vendidas también a Venezuela por gente con lazos familiares en el gobierno, unos libros vendidos al mismo comprador en muchas veces su valor donde también hubo caso de vinculación política familiar, en que se dieron créditos a Metzen y Sena para que sobreviviera hasta el día de la elección y al día siguiente se la dejara caer... y dale que dale.
Ni hablar de un partido, tantas veces llamado la colcha de retazos, que en los siguientes cinco años pone en la Casa de Gobierno a un especialista en pachotadas y vueltas en el aire que el 6 de febrero rompió todos los récords de descaro y desprecio por su pueblo diciendo que la inflación no importa porque él se crió en una sociedad que tenía 70 u 80 por ciento de inflación anual, al tiempo que vive con los dineros que gana su mujer que le permiten vivir bien y hacerse publicidad hasta en el exterior como presidente pobre.
El Uruguay es tan raro que gente “otherwise intelligent” sabe todo esto e igual ni considera  “votar a los otros” porque “eran mentirosos”.
Alguien que me lo explique!, gritaría Mafalda.
Y James Carville, el publicista de Bill Clinton, le explicaría, “it´s Goebbels, stupid”.
Jaime Mezzera


[1] La más adecuada al caso uruguayo de las últimas décadas es “Una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad”

Lo que importa es el ingreso-En Obra, de la APPCU

Estimado señor Director:
Si Su Excelencia me lo acepta, quiero discutir dos temas sobre los que la sociedad uruguaya opina mal, engañada por los gobernantes y con la complicidad –bastante ingenua, las más de las veces- de parte de la prensa. Dos tropiezos típicos del analista uruguayo de hoy tienen que ver con el mercado de trabajo y con el manejo macroeconómico..
El primer tropiezo es que no se toma en cuenta que el mercado de trabajo tiene una dimensión cuya trascendencia supera en mucho el nivel de la tasa de desempleo: esa dimensión es el ingreso que generan los empleos.[1]
En la Edad Media todas las familias eran muy pobres y por tanto todos sus miembros estaban en los campos trabajando porque el producto del lavoro de cada uno era necesario para poner comida en la mesa: el desempleo era cero porque la productividad y en consecuencia los ingresos eran mínimos. Respetando las diferencias que imponen los siglos y la productividad intrínseca de nuestra tierra, puedo decir que la situación de nuestro campo allá por los años ’40 tenía también la característica de que la baja productividad del trabajo imponía que todo el mundo estuviera trabajando y se sabía que el desempleo rural era tan bajo que ni siquiera se lo medía.
Por cierto, todos los programas anti pobreza de hoy derivan del que diseñó Paulo Renato Souza, mi ex colega de la OIT, cuando fue Ministro de Educación durante las dos Presidencias de F.H. Cardoso en el Brasil.  El Ministro reconoció el fenómeno que describo y ofreció a los campesinos “25 reales al mes” para compensar la productividad “perdida en el trabajo” por cada niño que demostrara que había concurrido regularmente a clases. La matrícula escolar aumentó en 4 millones de niños rurales a un costo de alrededor de 0.1 por ciento del PBI, una bicoca para tamaño resultado. El éxito del programa se basó en reconocer que todos los niños trabajaban y que el costo de sacarlos de la tierra para mandarlos a la escuela era muy bajo por la escasa productividad de la mano de obra (especialmente de un niño en edad escolar).
Guardadas las debidas distancias, eso mismo pasa en el Uruguay de hoy: hay poco desempleo no porque “estamos muy bien” sino porque la gente gana muy mal.
No puede ser sorpresa que entre los trabajadores resaltan los asalariados públicos, el 14 por ciento del total, que son quienes mejor ganan con una media de 21 mil pesos y una mediana de 18 mil.[2]
Los asalariados del sector privado, más del doble en número -29 por ciento- les siguen con un promedio de ingreso mensual de algo como 15 mil pesos y una mediana de 11 mil  –hete aquí a los famosos diezmilpesistas, porque el término se acuñó el año pasado cuando los precios eran 10 por ciento inferiores a los de hoy. O sea que ya tenemos un 14,5% de nuestros trabajadores ganando del orden de 10 mil pesos por mes, y por tanto lejos de “vivir cómodamente”.
Pero el problema más serio son los trabajadores por cuenta propia, aun los que tienen local propio y/u otra inversión, que son el 22 por ciento de todos los trabajadores y ganan en media 10980 pesos mensuales con una mediana de 7300 pesos.
Éstos son los pobres, y ni este gobierno “de izquierda” ni la oposición mueven un dedo por ellos porque no se dan cuenta que la tasa de desempleo es baja porque la gente es pobre. Entre un tercio y el 40 por ciento de los trabajadores[3] ganan poquísimo y entonces todos los miembros de la familia tienen que generar algún ingreso: la mayoría de estos trabajadores pobres trabaja en pequeños comercios y tiendas de servicios ganando poquísimo y con cero posibilidades de progreso, mientras otros hacen malabares en las esquinas, se prostituyen o le piden al MIDES, recogen basura o salen a robar.
Es que el aumento de ingresos que trae una mayor escolaridad es casi nulo. Por ejemplo, para asalariados en empresas pequeñas, pasar de “sin instrucción” a “estudios terciarios completos o incompletos” rinde apenas 358 pesos mensuales por año de estudios![4], y de hecho cuando se pasa de, por ejemplo “primaria completa” a “secundaria primer ciclo incompleto” el ingreso baja. 
Estudiar en este mercado de trabajo rinde recién cuando se llega a la vecindad del título universitario, porque recién en ese momento el ingreso aumenta perceptiblemente.
Mucho se habla del “extraño fenómeno” de los “Ni-Ni”; estos datos, disponibles para cualquiera en la página web del INE, muestran que esos jóvenes son completamente racionales porque estudiar no vale nada si uno no tiene el respaldo familiar (incluyendo el nivel cultural de la familia, además del nivel económico) como para poder llegar a ser profesional universitario. Entonces, dicen esos chicos, ¿voy a pelarme el traste estudiando y aguantando programas de estudio absurdos, profesores mediocres que faltan dos por tres, baños inusables, bibliotecas y laboratorios inexistentes, goteras en los techos y vidrios rotos en las ventanas, frío en invierno y calor en verano, todo eso para que me sigan pagando la misma miseria que me ofrecen hoy?
Toda la discusión sobre la importancia de la educación para el desarrollo es virtualmente inútil e irrelevante en la medida en que el mercado de trabajo no remunera la educación – de lo cual se dan cuenta muchos de los chicos, más perspicaces que los doctores que tanto disertan.[5]
Eso sólo va a cambiar cuando este país que se especializa en exportar lo que sale de la tierra y por tanto remunera al dueño de la tierra y al que invierte en ella, se convierta en uno que exporta la capacidad de trabajo de los uruguayos.
Ello implica una revolución en las políticas económicas –salarial, fiscal, cambiaria y de relacionamiento internacional. No puedo entrar en ellas porque no lo admite el espacio generosamente ofrecido pero además porque quiero escribir sobre el segundo tropiezo usual en el Uruguay que consiste en creer y decir que la política macroeconómica de estos dos gobiernos frentistas ha sido buena.
La verdad es que ha sido calamitosa.
Tuvieron la situación externa más favorable de que se tenga memoria y la malgastaron en ampliar el gasto público en contrataciones y aumentos de sueldos y en una serie de escándalos, algunos de los cuales no fue posible esconder de tan caros que fueron, como el de los Casinos y el más reciente de Pluna.
Un equipo económico con un mínimo de competencia y honestidad habría dedicado la bonanza a pagar deuda, habría generado superávits fiscales grandes y crecientes, habría puesto en marcha los PPP en serio de manera que la inversión pública se haga con dinero privado que pague por el puerto de Montevideo, su canal de entrada, y el Martín García dragados a 40 pies, que pague por el ferrocarril, por las carreteras, por la electricidad… todo esto se paga directamente con peajes y demás. Pero para esos temas vitales donde no cabe el peaje –educación, salud, seguridad- hay además soluciones obvias como pagar con Bonos del Tesoro u obligaciones cotizables en Bolsa para hacer que el dinero privado que entró y fue a construir monumentos a lo no transable como son los shopping malls y edificios de lujo en zonas costeras, hubiera financiado las escuelas, los dispensarios, los hospitales, las cárceles…[6]
Este equipo económico nos deja, al final del período externo, reitero, más favorable de la historia, con más deuda de la que teníamos en 2004, sin inversión que permita ganar productividad, con inflación cada vez menos controlable, con tal falta de cultura económica e imaginación que lo único que se les ocurre es subir la tasa de interés sabiendo que harán menos competitivo al país entero para que los ricos sigan comprando Eau d´Ecosse para ponerle al whisky de 18 años y la clase media baja compre motitos chinas.
Un cordial y caliente abrazo veraniego de
Jaime Mezzera


[1] Es muy obvio que nadie trabaja “por tener trabajo” sino “por obtener ingreso”.
[2] Todos tenemos derecho a haber olvidado que la mediana es aquel número por debajo del cual queda la mitad del total de casos. La otra mitad está por encima de ese número, naturalmente. Entre los asalariados públicos es pequeña la diferencia entre promedio y mediana. La mayoría de ellos gana más o menos lo mismo, unos 16 a 20 mil pesos..
[3] El 14.5% que viene de los asalariados privados por debajo de la mediana más este 22 por ciento de trabajadores por su cuenta: 36.5%.
[4] Para asalariados en empresas medianas y grandes, el aumento es de unos 650 pesos por mes por año de estudios.
[5] Costó apenas 600 dólares retrabajar la Encuesta de Hogares para sacar todos estos datos que están ahí disponibles en la página web del INE para que los use cualquiera que sepa usar las herramientas de análisis de datos.
[6] Toda esta inversión en lujos no transables sólo hizo ahondar la diferencia entre “al Sur de Avenida Italia” y el resto.