viernes, 5 de diciembre de 2014

Hay que pensar fuera de "la caja" (es de setiembre de 2014)

Qué es esto de “salir de la caja”?
Salir de “la caja” mental significa pensar creativamente buscando, hasta encontrarlas, las formas de romper con las restricciones tradicionales. Quedarse dentro de esa caja mental de la política económica uruguaya significa aceptar la restricción fundamental que “manda” en la economía uruguaya hace más de medio siglo. Esa caja mental dice que, del mismo modo que el maná venía del cielo, las exportaciones son bienes que salen de la tierra: lo que nace de ella y lo que se mueve sobre ella comiendo lo que de ella surgió.
Si se acepta eso, la política económica consiste en administrar los flujos monetarios que dejan esas exportaciones. Por eso uno mira los programas de los partidos y nota que manejan situaciones puntuales o temas marginales y son todos muy parecidos porque ni mencionan una política de desarrollo social y económico, más allá de pequeñas promesas.
Una tablet por jubilado, lo que pudo llamarse “Ceibalitas Diez Años Después”, un sistema nacional de cuidados para edades y situaciones marginales, almuerzos para los liceales… Ubi sunt, diría Jorge Manrique, dónde está la nueva visión de país? Ubi sunt las temblorosas raíces de los árboles? Dónde está el Hombre Nuevo de la Izquierda?
Y desde el otro rincón de la arena electoral, se nos promete que Vamos a mantener la política económica de los últimos años”. Una política económica que, en 2011, el mejor año de esta gestión, tenía a más del 50% de los trabajadores ganando lo que un año antes llevó a bautizarlos de “diezmilpesistas”.[i]
Ésos, que son los verdaderos pobres de este país al que ahora es tan fácil engañar, son los asalariados de empresas pequeñas, los trabajadores por cuenta propia, los beneficiarios del MIDES y los desempleados. En cambio, ciertamente no son pobres ni tienen derecho a proclamarse oprimidos, los trabajadores sindicalizados, es decir los públicos tanto como los privados de empresas grandes y medianas de cuyas mejoras salariales se alimentan las mentirosas afirmaciones sobre una mejor distribución del ingreso.
“Por sus frutos los conoceréis”: esto es la culminación de lo que, cuando lo hacían “los otros” desde la izquierda se llamaba el “neoliberalismo”. La actual política económica aceptó pasivamente que les fuera mejor que a nadie a los terratenientes beneficiados por los precios de los bienes primarios, incluyendo a los que vinieron de Argentina corridos por la Presidenta.
Eso, estimado lector, es pensar dentro de la caja, que es una forma bastante delicada de apostrofar a los que son incapaces de pensar creativamente.[ii]
La “caja” a que me quiero referir hoy se ha extendido a las cabezas de muchos que, sin pensarlo, aceptan aquello de “la industria es ineficiente” y por tanto consideran que somos “enemigos del campo” los que nos damos cuenta que hay que cambiar el modelo para agregar a las exportaciones agropecuarias otras de origen no agropecuario, ya sean bienes o servicios. Leer bien: agregar, no reemplazar! La importancia de “salir de esta caja” y diseñar más caminos de crecimiento es que por el camino actual seguiremos teniendo una alta proporción de uruguayos urbanos que apenas se ganan la vida ejerciendo actividades de pequeño comercio y pequeños servicios. Por eso hay un abismo creciente en el bienestar de un grupo y el otro. Y como muchos de los que se quedan atrás son familiares, o vecinos, o amigos, de los que lograron asirse exitosamente al modelo concentrador y neoliberal, se generan situaciones de violencia permanente. No es casual que ella tenga su máximo en Montevideo donde viven casi todos los que se beneficiaron, así como la inmensa mayoría de aquellos no lograron subirse al carro de la victoria.
Por eso propongo que pensar fuera de esta caja en particular es lanzar un proceso de crecimiento con equidad que nos libere de la restricción de vivir solo de lo que nos rinde la tierra.
Una forma de pensar fuera de la caja
Una condición para iniciar ese crecimiento con equidad es un fuerte proceso de inversión pública financiada con fondos privados de tal modo de permitir que se generen miles de empleos productivos  al menos aceptablemente bien remunerados, estables, con protección social, es decir lo que hace años desde la OIT llamamos “empleos decentes”. Para iniciar el proceso habrá que financiar toda la inversión pública prevista, y más, con ahorros privados. Mi solución preferida es esos ahorros se remuneren con bonos del Estado negociables en Bolsa, aquí o en el extranjero.
Cuentas nacionales o política de desarrollo socioeconómico?
En términos de contabilidad nacional esos bonos serían deuda pública, y eso parece ser un problema serio. Pero como nos enseñó hace más de medio siglo W.A. Lewis, tomar dinero prestado para invertir en actividades que nos permitan ganar productividad no es económicamente deuda causante de inflación como ocurre cuando contratamos miles de trabajadores públicos innecesarios: ellos causan inflación porque ejercen demanda adicional en un mercado al que no agregan bienes y servicios deseados por otros.
En cambio, cuando un país se endeuda para financiar ganancias de productividad éstas nos permitirán pagar cómodamente lo que hemos tomado prestado.[iii] Y el supuesto de Lewis de que la oferta de trabajo no tiene límites concretos es perfectamente válida en el contexto uruguayo actual, donde alrededor de la mitad de la fuerza de trabajo está en actividades de pequeño comercio y pequeños servicios en que ganan no más de unos 15 mil pesos de 2014 –son los “diezmilpesistas” de que se hablaba en 2010.
Las dos publicaciones de Lewis aludidas arriba enseñaron esto a los economistas mediante un modelo elegante presentado hace seis décadas; pero la sociedad toda ya lo sabía desde el principio de la Historia, cuando decidió usar recursos para educar a los jóvenes para que fueran más productivos en todo sentido, e invertir en objetos orientados a aumentar productividad de tal manera que la deuda se paga a sí misma.
Nos hemos acostumbrado a pensar, como un reflejo automático, que “el déficit fiscal es malo” porque hace muchas décadas se lo usa para pagar más y más empleos públicos que rara vez aportan, a la disponibilidad de bienes y servicios, siquiera una fracción de lo que la sociedad les paga. Pero distinto es el caso de un endeudamiento que se toma para financiar una neta ganancia de productividad. Por suerte tuvimos ancestros que construyeron caminos, y generación de electricidad, y el puerto de Montevideo, y artefactos de comunicación, e incluso alambrados para ordenar el crecimiento de los ganados, sabiendo que la ganancia de productividad permitiría pagar la deuda sin dificultades. Y si no hubiera habido un Varela para diseñar un sistema educativo y un gobierno dispuesto a financiarlo, muchos de nuestros niños seguirían siendo analfabetos.
Es inevitable pagar la inversión con deuda pública?
La forma concreta de financiación mencionada arriba no es la única viable, sino que pueden usarse otras formas legales, como los fideicomisos, y otras formas de asociación público-privadas, como ocurre cuando una empresa ganadora de una licitación obtiene su propio financiamiento y el bien terminado se da en arriendo al Estado por un número negociado de años y niveles de alquiler. Este mecanismo será especialmente adecuado en los casos en que hay una ganancia social inmediata y una ganancia económica en el largo plazo: piénsese en escuelas y hospitales.
Macroeconomía y desarrollo económico
La ganancia principal se iniciará en la macroeconomía, porque si esto se hace desaparecerá el empuje inflacionario del déficit fiscal, en términos económicos aunque no contables. Logrado ello, podremos olvidarnos de usar las LRM y otros artilugios monetarios para reducir la cotización del dólar, y así dejarla subir lentamente a su nivel normal, abriendo paso a sumar progresivamente exportaciones no agropecuarias que generen el tipo de empleos decentes.
Si invertimos bien, tendremos ferrocarriles que lleven principalmente las cargas más pesadas, como son la madera y los granos. Eso permitirá que se reparen y mejoren las carreteras, eliminando por ejemplo los “puente angosto – ceda el paso” que corresponden, como mucho, a la primera mitad del siglo XX. Podremos asegurar a los productores y a la población un estable suministro de electricidad a precios competitivos con los de otros países, nuestros vehículos podrán usar combustibles modernos y comparativamente mucho más baratos, tendremos una banda que sea ancha de verdad, uno o más puertos que funcionen acorde a las necesidades del siglo XXI, es decir un conjunto sin fin de medidas dirigidas, por un lado, a reducir los costos de producción y, por otro a mejorar el bienestar de los ciudadanos.  Al mismo tiempo dispondremos de recursos, tanto privados como fiscales, para los gastos más cruciales: salud, educación, seguridad.
Las ventajas para la sociedad vendrán en la forma de miles de empleos nuevos, en actividades internas o exportables, que deberán ser bien remunerados.[iv] Como tendremos un tipo de cambio real más alto ganaremos en capacidad y variedad exportadora al tiempo que reducimos la parte del “costo país” vinculada a las escaseces en infraestructura. Ello llevará a la creación de otros miles de nuevos empleos y, con ello vendrá la viabilidad de empezar a reducir de modo natural el empleo público ofreciendo empleos mejores fuera de dicho sector. Podremos alcanzar un mejor funcionamiento de salud y educación, y tendremos una seguridad efectiva
Qué falta?
El marco jurídico está disponible hace ya varios años.
Sí falta, en primer lugar, la ingeniería de proceso que incluya equipos de análisis de rentabilidad de la inversión que hoy no tienen las AFAP individuales ni los potenciales inversores individuales.
Falta también el personal público que no mire al inversor como a quien “viene a robarse la plata de los trabajadores” de manera que un equipo de trabajo más racional negocie de manera que los ahorros privados, principalmente localizados en las AFAP, puedan invertirse en hacer todo eso.



[i] Demostré esto, con datos sobre ingresos del trabajo disponibles en la página web del Instituto Nacional de Estadísticas, en un número anterior de Portfolio.
[ii] Hay al menos otras dos cajas mentales: una es la inserción internacional que nos mantiene indefensos ante las agresiones de un Mercosur egoísta y tramposo, y la segunda tiene que ver con la educación y su impacto sobre las posibilidades productivas.
[iii] W.A. Lewis, 1954, “Economic development with Unlimited Supplies of Labour”, en The Manchester School, y más profundamente en su 1955, The Theory of Economic Growth, Allen and Unwin, Londres.
[iv] Por eso dije antes que para empleos bien remunerados la oferta de trabajo es muy elástica, aunque no sea literalmente “unlimited”.

Ya veremos

En 2003 el alza del precio de nuestras exportaciones primarias facilitó la rápida recuperación posterior a la crisis de 2002: los datos del INE muestran que, medido el PBI en pesos de valor adquisitivo constante, 2004 fue el año del máximo crecimiento económico desde que hay registros. Se conjugaron al precio de los exportables, el alza del tipo de cambio real y el proceso modernizador en nuestros campos ligado a la llegada de agricultores argentinos que revolucionaron un agro hasta entonces dedicado más que nada a la ganadería extensiva; y también que en 1995 se aprobó la Ley Forestal y en 2000 vino la decisión finlandesa de instalar una planta de exportación de celulosa
Esta bonanza de precios de commodities benefició muchísimo a los terratenientes: el precio de las tierras se multiplicó en promedio por 5, reflejando naturalmente el aumento de la productividad agropecuaria y por tanto el mayor ingreso de los mismos terratenientes que se modernizaron[i]. Esta modernización incluyó el cambio hacia una agricultura más productiva, un mucho mejor manejo del ganado vacuno,  el renacimiento el interés por los ovinos…
Hubo más beneficiarios de la bonanza: empresas y trabajadores urbanos –la banca, la logística, el transporte, el comercio de semillas y otros productos, las empresas que prestan servicios a los arrendatarios extranjeros de tierras que son “productores golondrina”- y la bonanza de precios y productividad también benefició a los trabajadores agropecuarios que siempre habían sido los más pobres del país.
Se agregó, entre 1997 y 98,  un efecto de la crisis en los EE.UU. que se generalizó al mundo desarrollado casi de inmediato: los capitalistas, que normalmente reinvierten sus ganancias en ese mismo mundo, tuvieron que buscar zonas “nuevas” para sus inversiones. Una pequeña parte de ese monto llegó al Uruguay y, en este mercado minúsculo los otrora denostados “capitales golondrina” explican la plétora de ofertas de financiamiento del consumo que han creado la sensación de bienestar popular.
Esta bonanza en materia de capitales golondrina a bajísimo interés benefició a los que pudieron hacerse (más) ricos prestando dineros ajenos. Ocurrió que “había plata de sobra” para prestar que se dirigió a financiar consumos importados que se hicieron particularmente atractivos porque el gobierno redujo cuanto pudo el tipo de cambio para combatir la inflación -generada por su propio exceso de gasto público improductivo- por el camino de importar bienes y servicios ficticiamente abaratados. Esas compras a crédito hicieron felices a muchos trabajadores urbanos que nunca antes habían tenido acceso a toda clase de equipos modernos desde los de música hasta los autos pasando por los juguetes y los viajes al exterior.
La combinación de precios altos y aumento de productividad en el campo hicieron que la clase terrateniente se enriqueciera como nunca y no pusiera inconvenientes a la hora de aceptar un mejor nivel de vida para los trabadores rurales; por su parte, la política salarial en sí misma disparatada y la abundancia de los otros denostados “capitales golondrina” dieron la apariencia de un mejor nivel de vida en las ciudades. No hace falta ser un cientista social muy avispado para entender de dónde vino la sorpresa de los partidos tradicionales el 26 y 27 de octubre.
Tal bonanza fue muy duradera porque lo fueron también las excepcionales condiciones externas. La misma se asocia a la venta de buena parte del país a extranjeros sin más que algún dicho radial de Mujica que su propio partido ignoró. Stora-Enso tiene 255 mil hectáreas por el río Negro. Un productor brasileño compró unas 100 mil hectáreas para abastecer sus frigoríficos. Empresas argentinas explotan más de 200.000 hectáreas para producir de 20 a 25% de la agricultura del país. Contando lo arrendado, a fines de 2008 un cuarto de nuestra tierra era explotada por extranjeros. Y lo mismo ha pasado en gran parte de la industria, particularmente la frigorífica: ya no quedan frigoríficos propiedad de uruguayos.[ii]
Pero la bonanza ya no se sostiene y probablemente se revierta. Si no te he aburrido demasiado, lector, seguiremos con este tema (mañana-la semana-que viene-nunca…)
La combinación de unos doce años de altos precios de nuestros commodities y el influjo de capitales golondrina permitió que los terratenientes se enriquecieran como nunca, que los trabajadores rurales mejoraran sensiblemente y que especialmente los empleados sindicalizados –algo menos de la mitad del total- disfrutara de un nivel de vida prestado en cómodas cuotas. Dije también que toda bonanza se revierte.
Síntomas: en el “núcleo duro” de la industria sufren 10 de los 19 sectores y caen 3 por ciento las horas trabajadas, para recuperar sus pérdidas ANCAP no rebaja el precio interno de los combustibles, lo mismo pasa con los demás entes públicos, Antel gana dinero porque las tarifas de uso de internet están entre las más caras del mundo, FUCREA prevé un desmejoramiento de los mercados, el Presidente de la ARU advierte que el modelo económico, con este tipo de cambio y estos precios, no es sustentable, etc.; para compensar la inflación causada por el exceso de gasto público y reducir la demanda por dólares el BCU vende letras a tasas altísimas; así hay 50 mil empleados públicos más en 10 años, y a su vez se impiden los negocios de PPP que deberían ser la llave de nuestra productividad.
En suma; se terminó el tiempo en que vendíamos caro lo que produce nuestro campo y entraban los capitales golondrina.
Eso significa que se va a trabajar igual para cobrar menos por las exportaciones;
que por tanto se podrá importar mucho menos a medida que se vayan volando las golondrinas;
que nuestras empresas exportadoras van a ganar menos y tratarán de trasladar a salarios parte del costo de la recesión;
pero que se van a encontrar con quienes les hagan cambiar rebaja de salarios por desempleo y quiebras;
que como el dólar se fortalece en el mercado internacional, el equipo económico tendrá que aceptar la devaluación del peso que tanto ha combatido;
que por eso ya no podrá usar la importación de bienes baratos  para que el IPC no suba tanto como la verdadera inflación;
que “la gente” tenga menos dinero, compre menos, se atrase en el pago de los “24 meses sin interés”…
Toda bonanza toca a su fin: cualquier país serio ahorra en la bonanza para enfrentar los retos futuros: eso se llama gasto contra cíclico o regla fiscal. Aquí se encontró “espacio fiscal” para gastar más: así, después de más de diez años de bonanza, el país tiene déficit casi record históricos en sus balances fiscal y externo.
Esta pésima esta gestión económica nos pondrá a navegar a contraviento sin que se haya hecho casi ninguna inversión, como surgió claro en el educado pero severo tirón de orejas que le dieron los finlandeses al “presidente pobre” y el atronador silencio con que Putin miró el mapa de la Esso y China el ferrocarril a ser reconstruido por empleados de AFE. Así conducidas, la estrategia de inserción internacional y la de desarrollo económico no podían tener resultados diferentes.
Un camino razonable debería tener como principios rectores:
ejecutar una profunda auditoría de la ineficiencia y despilfarro en los gastos públicos y volver a la virtual prohibición de contratar empleados públicos;
terminar con la estrategia de incurrir en déficit fiscal y financiarlo con deuda pública a tasas que no se pagan, hoy, en ninguna otra parte del mundo
abrir mercados de exportación para los bienes y servicios uruguayos que se sumen a los ingresos por venta de commodities
entender que hace 60 años se sabe que la inversión que genera ganancias de productividad se recupera en poco tiempo aunque inicialmente aumente el déficit público.[iii]
dragar y mantener las entradas a Montevideo y Nueva Palmira a la profundidad necesaria para los barcos de los próximos años,
reconocer la necesidad de que la inversión pública necesaria debe hacerse con fondos privados retribuidos razonablemente como se hizo en el siglo XIX y principios del XX;[iv]
definir esa inversión pública necesaria en dos subgrupos: uno, la infraestructura social requerida para que se haga realidad la promesa de buenos servicios públicos para los pobres: escuelas y liceos, hospitales y policlínicas, seguridad ciudadana y cárceles adecuadas separadas para adultos y para jóvenes; y, dos, los elementos de la infraestructura necesaria, desde las carreteras, vías de ferrocarril y generación de energía hasta la reorganización del caótico tránsito montevideano y su acumulación de basura.



[i] Porque hay quienes usan esta expresión como un insulto, aclaro que la uso en el sentido del Diccionario: son los que tienen tierra.
[ii] Esta información y mucha más sobre la extranjerización producida durante los gobiernos “de izquierda” se encuentra en Herrera y Berterretche, 2010, Uruguay: El “modelo progresista”…Un país a la venta.
[iii] Alcanza con conocer, por ejemplo, W. Arthur Lewis, 1954 “Economic Development with unlimited supplies of labour”, Manchester School, que junto con obras semejantes sucesivas, le valieron el Premio Nobel de Economía.
[iv] No exagero: hablo del puerto, la rambla de Montevideo, los barrios de Reus, los emprendimientos de Piria, el Palacio Salvo…