Qué es esto de “salir de la caja”?
Salir de “la caja” mental significa pensar creativamente buscando, hasta encontrarlas, las formas
de romper con las restricciones tradicionales. Quedarse dentro de esa
caja mental de la política económica uruguaya significa aceptar la restricción
fundamental que “manda” en la economía uruguaya hace más de medio siglo. Esa
caja mental dice que, del mismo modo que el maná venía del cielo, las
exportaciones son bienes que salen de la tierra: lo que nace de ella y lo
que se mueve sobre ella comiendo lo que de ella surgió.
Si se acepta eso, la
política económica consiste en administrar los flujos monetarios que dejan esas
exportaciones. Por eso uno mira los programas de los partidos y nota
que manejan situaciones puntuales o
temas marginales y son todos muy parecidos porque ni mencionan una política de
desarrollo social y económico, más allá de pequeñas promesas.
Una tablet por jubilado, lo que pudo llamarse “Ceibalitas Diez
Años Después”, un sistema nacional de cuidados para edades y situaciones
marginales, almuerzos para los liceales… Ubi sunt, diría Jorge Manrique, dónde
está la nueva visión de país? Ubi sunt las temblorosas raíces de los árboles? Dónde
está el Hombre Nuevo de la Izquierda?
Y desde el otro rincón de la arena electoral, se nos promete
que “Vamos a
mantener la política económica de los últimos años”. Una política
económica que, en 2011, el mejor año de esta gestión, tenía a más del 50% de
los trabajadores ganando lo que un año antes llevó a bautizarlos de “diezmilpesistas”.[i]
Ésos, que son los verdaderos pobres de este país al que
ahora es tan fácil engañar, son los asalariados de empresas pequeñas, los
trabajadores por cuenta propia, los beneficiarios del MIDES y los desempleados.
En cambio, ciertamente no son pobres ni tienen derecho a proclamarse oprimidos,
los trabajadores sindicalizados, es decir los públicos tanto como los privados
de empresas grandes y medianas de cuyas mejoras salariales se alimentan las mentirosas
afirmaciones sobre una mejor distribución del ingreso.
“Por sus frutos los conoceréis”: esto es la culminación de
lo que, cuando lo hacían “los otros” desde la izquierda se llamaba el
“neoliberalismo”. La actual política económica aceptó pasivamente que les fuera
mejor que a nadie a los terratenientes beneficiados por los precios de los
bienes primarios, incluyendo a los que vinieron de Argentina corridos por la
Presidenta.
Eso, estimado lector, es pensar dentro de la caja, que es una forma bastante delicada de
apostrofar a los que son incapaces de pensar creativamente.[ii]
La “caja” a que me quiero referir hoy se ha extendido a las
cabezas de muchos que, sin pensarlo, aceptan aquello de “la industria es ineficiente” y por tanto consideran que somos “enemigos del campo” los que nos damos
cuenta que hay que cambiar el modelo para agregar a las exportaciones
agropecuarias otras de origen no agropecuario, ya sean bienes o servicios. Leer
bien: agregar, no reemplazar! La importancia de “salir de esta caja” y diseñar
más caminos de crecimiento es que por el camino actual seguiremos teniendo una
alta proporción de uruguayos urbanos que apenas se ganan la vida ejerciendo
actividades de pequeño comercio y pequeños servicios. Por eso hay un abismo
creciente en el bienestar de un grupo y el otro. Y como muchos de los que se
quedan atrás son familiares, o vecinos, o amigos, de los que lograron asirse
exitosamente al modelo concentrador y neoliberal, se generan situaciones de
violencia permanente. No es casual que ella tenga su máximo en Montevideo donde
viven casi todos los que se beneficiaron, así como la inmensa mayoría de aquellos
no lograron subirse al carro de la victoria.
Por eso propongo que pensar fuera de esta caja en particular es lanzar un proceso de crecimiento con equidad que nos libere
de la restricción de vivir solo de lo que nos rinde la tierra.
Una forma de pensar fuera de la caja
Una condición para
iniciar ese crecimiento con equidad es un fuerte proceso de inversión pública
financiada con fondos privados de tal modo de permitir que se generen miles de
empleos productivos al menos
aceptablemente bien remunerados, estables, con protección social, es decir lo
que hace años desde la OIT llamamos “empleos decentes”. Para iniciar el proceso
habrá que financiar toda la inversión pública prevista, y más, con ahorros
privados. Mi solución preferida es esos ahorros se remuneren con bonos del
Estado negociables en Bolsa, aquí o en el extranjero.
Cuentas nacionales o política de desarrollo
socioeconómico?
En términos de contabilidad nacional esos bonos serían deuda
pública, y eso parece ser un problema serio. Pero como nos enseñó hace más de medio
siglo W.A. Lewis, tomar dinero prestado para invertir en actividades que nos
permitan ganar productividad no es económicamente deuda causante de inflación como ocurre cuando contratamos miles de
trabajadores públicos innecesarios: ellos causan inflación porque ejercen
demanda adicional en un mercado al que no agregan bienes y servicios deseados
por otros.
En cambio, cuando un país se endeuda para financiar
ganancias de productividad éstas nos permitirán pagar cómodamente lo que hemos
tomado prestado.[iii]
Y el supuesto de Lewis de que la oferta de trabajo no tiene límites concretos
es perfectamente válida en el contexto uruguayo actual, donde alrededor de la
mitad de la fuerza de trabajo está en actividades de pequeño comercio y
pequeños servicios en que ganan no más de unos 15 mil pesos de 2014 –son los
“diezmilpesistas” de que se hablaba en 2010.
Las dos publicaciones de Lewis aludidas arriba enseñaron
esto a los economistas mediante un modelo elegante presentado hace seis décadas;
pero la sociedad toda ya lo sabía desde el principio de la Historia, cuando
decidió usar recursos para educar a los jóvenes para que fueran más productivos
en todo sentido, e invertir en objetos orientados a aumentar productividad de
tal manera que la deuda se paga a sí misma.
Nos hemos acostumbrado a pensar, como un reflejo automático,
que “el déficit fiscal es malo” porque hace muchas décadas se lo usa para pagar
más y más empleos públicos que rara vez aportan, a la disponibilidad de bienes
y servicios, siquiera una fracción de lo que la sociedad les paga. Pero
distinto es el caso de un endeudamiento que se toma para financiar una neta
ganancia de productividad. Por suerte tuvimos ancestros que construyeron
caminos, y generación de electricidad, y el puerto de Montevideo, y artefactos
de comunicación, e incluso alambrados para ordenar el crecimiento de los
ganados, sabiendo que la ganancia de productividad permitiría pagar la deuda
sin dificultades. Y si no hubiera habido un Varela para diseñar un sistema
educativo y un gobierno dispuesto a financiarlo, muchos de nuestros niños
seguirían siendo analfabetos.
Es inevitable pagar la inversión con deuda pública?
La forma concreta de financiación mencionada arriba no es la
única viable, sino que pueden usarse otras formas legales, como los
fideicomisos, y otras formas de asociación público-privadas, como ocurre cuando
una empresa ganadora de una licitación obtiene su propio financiamiento y el
bien terminado se da en arriendo al Estado por un número negociado de años y
niveles de alquiler. Este mecanismo será especialmente adecuado en los casos en
que hay una ganancia social inmediata y una ganancia económica en el largo
plazo: piénsese en escuelas y hospitales.
Macroeconomía y desarrollo económico
La ganancia principal se iniciará en la macroeconomía,
porque si esto se hace desaparecerá el empuje inflacionario del déficit fiscal, en términos
económicos aunque no contables. Logrado
ello, podremos olvidarnos de usar las LRM y otros artilugios monetarios
para reducir la cotización del dólar, y así dejarla subir lentamente a su nivel
normal, abriendo paso a sumar progresivamente exportaciones no agropecuarias
que generen el tipo de empleos decentes.
Si invertimos bien, tendremos ferrocarriles que lleven
principalmente las cargas más pesadas, como son la madera y los granos. Eso
permitirá que se reparen y mejoren las carreteras, eliminando por ejemplo los
“puente angosto – ceda el paso” que corresponden, como mucho, a la primera
mitad del siglo XX. Podremos asegurar a los productores y a la población un
estable suministro de electricidad a precios competitivos con los de otros
países, nuestros vehículos podrán usar combustibles modernos y comparativamente
mucho más baratos, tendremos una banda que sea ancha de verdad, uno o más
puertos que funcionen acorde a las necesidades del siglo XXI, es decir un
conjunto sin fin de medidas dirigidas, por un lado, a reducir los costos de
producción y, por otro a mejorar el bienestar de los ciudadanos. Al
mismo tiempo dispondremos de recursos, tanto privados como
fiscales, para los gastos más cruciales: salud, educación, seguridad.
Las ventajas
para la sociedad vendrán en la forma de miles de empleos nuevos, en actividades
internas o exportables, que deberán ser bien remunerados.[iv]
Como tendremos un tipo de cambio real más alto ganaremos en capacidad y
variedad exportadora al tiempo que reducimos la parte del “costo país”
vinculada a las escaseces en infraestructura. Ello llevará a la creación de
otros miles de nuevos empleos y, con ello vendrá la viabilidad de empezar a
reducir de modo natural el empleo público ofreciendo empleos mejores fuera de
dicho sector. Podremos alcanzar un mejor funcionamiento de salud y educación, y
tendremos una seguridad efectiva
Qué falta?
El marco jurídico está disponible hace ya varios años.
Sí falta, en primer lugar, la ingeniería de proceso que
incluya equipos de análisis de rentabilidad de la inversión que hoy no tienen
las AFAP individuales ni los potenciales inversores individuales.
Falta también el personal público que no mire al inversor
como a quien “viene a robarse la plata de los trabajadores” de manera que un
equipo de trabajo más racional negocie de manera que los ahorros privados,
principalmente localizados en las AFAP, puedan invertirse en hacer todo eso.
[i] Demostré esto, con datos
sobre ingresos del trabajo disponibles en la página web del Instituto Nacional
de Estadísticas, en un número anterior de Portfolio.
[ii] Hay al menos otras dos cajas mentales: una es la
inserción internacional que nos mantiene indefensos ante las agresiones de un
Mercosur egoísta y tramposo, y la segunda tiene que ver con la educación y su
impacto sobre las posibilidades productivas.
[iii] W.A. Lewis, 1954, “Economic development with Unlimited
Supplies of Labour”, en The Manchester School, y más profundamente en su
1955, The Theory of Economic Growth, Allen and Unwin, Londres.
[iv] Por eso dije antes que
para empleos bien remunerados la oferta de trabajo es muy elástica, aunque no
sea literalmente “unlimited”.