viernes, 5 de diciembre de 2014

Ya veremos

En 2003 el alza del precio de nuestras exportaciones primarias facilitó la rápida recuperación posterior a la crisis de 2002: los datos del INE muestran que, medido el PBI en pesos de valor adquisitivo constante, 2004 fue el año del máximo crecimiento económico desde que hay registros. Se conjugaron al precio de los exportables, el alza del tipo de cambio real y el proceso modernizador en nuestros campos ligado a la llegada de agricultores argentinos que revolucionaron un agro hasta entonces dedicado más que nada a la ganadería extensiva; y también que en 1995 se aprobó la Ley Forestal y en 2000 vino la decisión finlandesa de instalar una planta de exportación de celulosa
Esta bonanza de precios de commodities benefició muchísimo a los terratenientes: el precio de las tierras se multiplicó en promedio por 5, reflejando naturalmente el aumento de la productividad agropecuaria y por tanto el mayor ingreso de los mismos terratenientes que se modernizaron[i]. Esta modernización incluyó el cambio hacia una agricultura más productiva, un mucho mejor manejo del ganado vacuno,  el renacimiento el interés por los ovinos…
Hubo más beneficiarios de la bonanza: empresas y trabajadores urbanos –la banca, la logística, el transporte, el comercio de semillas y otros productos, las empresas que prestan servicios a los arrendatarios extranjeros de tierras que son “productores golondrina”- y la bonanza de precios y productividad también benefició a los trabajadores agropecuarios que siempre habían sido los más pobres del país.
Se agregó, entre 1997 y 98,  un efecto de la crisis en los EE.UU. que se generalizó al mundo desarrollado casi de inmediato: los capitalistas, que normalmente reinvierten sus ganancias en ese mismo mundo, tuvieron que buscar zonas “nuevas” para sus inversiones. Una pequeña parte de ese monto llegó al Uruguay y, en este mercado minúsculo los otrora denostados “capitales golondrina” explican la plétora de ofertas de financiamiento del consumo que han creado la sensación de bienestar popular.
Esta bonanza en materia de capitales golondrina a bajísimo interés benefició a los que pudieron hacerse (más) ricos prestando dineros ajenos. Ocurrió que “había plata de sobra” para prestar que se dirigió a financiar consumos importados que se hicieron particularmente atractivos porque el gobierno redujo cuanto pudo el tipo de cambio para combatir la inflación -generada por su propio exceso de gasto público improductivo- por el camino de importar bienes y servicios ficticiamente abaratados. Esas compras a crédito hicieron felices a muchos trabajadores urbanos que nunca antes habían tenido acceso a toda clase de equipos modernos desde los de música hasta los autos pasando por los juguetes y los viajes al exterior.
La combinación de precios altos y aumento de productividad en el campo hicieron que la clase terrateniente se enriqueciera como nunca y no pusiera inconvenientes a la hora de aceptar un mejor nivel de vida para los trabadores rurales; por su parte, la política salarial en sí misma disparatada y la abundancia de los otros denostados “capitales golondrina” dieron la apariencia de un mejor nivel de vida en las ciudades. No hace falta ser un cientista social muy avispado para entender de dónde vino la sorpresa de los partidos tradicionales el 26 y 27 de octubre.
Tal bonanza fue muy duradera porque lo fueron también las excepcionales condiciones externas. La misma se asocia a la venta de buena parte del país a extranjeros sin más que algún dicho radial de Mujica que su propio partido ignoró. Stora-Enso tiene 255 mil hectáreas por el río Negro. Un productor brasileño compró unas 100 mil hectáreas para abastecer sus frigoríficos. Empresas argentinas explotan más de 200.000 hectáreas para producir de 20 a 25% de la agricultura del país. Contando lo arrendado, a fines de 2008 un cuarto de nuestra tierra era explotada por extranjeros. Y lo mismo ha pasado en gran parte de la industria, particularmente la frigorífica: ya no quedan frigoríficos propiedad de uruguayos.[ii]
Pero la bonanza ya no se sostiene y probablemente se revierta. Si no te he aburrido demasiado, lector, seguiremos con este tema (mañana-la semana-que viene-nunca…)
La combinación de unos doce años de altos precios de nuestros commodities y el influjo de capitales golondrina permitió que los terratenientes se enriquecieran como nunca, que los trabajadores rurales mejoraran sensiblemente y que especialmente los empleados sindicalizados –algo menos de la mitad del total- disfrutara de un nivel de vida prestado en cómodas cuotas. Dije también que toda bonanza se revierte.
Síntomas: en el “núcleo duro” de la industria sufren 10 de los 19 sectores y caen 3 por ciento las horas trabajadas, para recuperar sus pérdidas ANCAP no rebaja el precio interno de los combustibles, lo mismo pasa con los demás entes públicos, Antel gana dinero porque las tarifas de uso de internet están entre las más caras del mundo, FUCREA prevé un desmejoramiento de los mercados, el Presidente de la ARU advierte que el modelo económico, con este tipo de cambio y estos precios, no es sustentable, etc.; para compensar la inflación causada por el exceso de gasto público y reducir la demanda por dólares el BCU vende letras a tasas altísimas; así hay 50 mil empleados públicos más en 10 años, y a su vez se impiden los negocios de PPP que deberían ser la llave de nuestra productividad.
En suma; se terminó el tiempo en que vendíamos caro lo que produce nuestro campo y entraban los capitales golondrina.
Eso significa que se va a trabajar igual para cobrar menos por las exportaciones;
que por tanto se podrá importar mucho menos a medida que se vayan volando las golondrinas;
que nuestras empresas exportadoras van a ganar menos y tratarán de trasladar a salarios parte del costo de la recesión;
pero que se van a encontrar con quienes les hagan cambiar rebaja de salarios por desempleo y quiebras;
que como el dólar se fortalece en el mercado internacional, el equipo económico tendrá que aceptar la devaluación del peso que tanto ha combatido;
que por eso ya no podrá usar la importación de bienes baratos  para que el IPC no suba tanto como la verdadera inflación;
que “la gente” tenga menos dinero, compre menos, se atrase en el pago de los “24 meses sin interés”…
Toda bonanza toca a su fin: cualquier país serio ahorra en la bonanza para enfrentar los retos futuros: eso se llama gasto contra cíclico o regla fiscal. Aquí se encontró “espacio fiscal” para gastar más: así, después de más de diez años de bonanza, el país tiene déficit casi record históricos en sus balances fiscal y externo.
Esta pésima esta gestión económica nos pondrá a navegar a contraviento sin que se haya hecho casi ninguna inversión, como surgió claro en el educado pero severo tirón de orejas que le dieron los finlandeses al “presidente pobre” y el atronador silencio con que Putin miró el mapa de la Esso y China el ferrocarril a ser reconstruido por empleados de AFE. Así conducidas, la estrategia de inserción internacional y la de desarrollo económico no podían tener resultados diferentes.
Un camino razonable debería tener como principios rectores:
ejecutar una profunda auditoría de la ineficiencia y despilfarro en los gastos públicos y volver a la virtual prohibición de contratar empleados públicos;
terminar con la estrategia de incurrir en déficit fiscal y financiarlo con deuda pública a tasas que no se pagan, hoy, en ninguna otra parte del mundo
abrir mercados de exportación para los bienes y servicios uruguayos que se sumen a los ingresos por venta de commodities
entender que hace 60 años se sabe que la inversión que genera ganancias de productividad se recupera en poco tiempo aunque inicialmente aumente el déficit público.[iii]
dragar y mantener las entradas a Montevideo y Nueva Palmira a la profundidad necesaria para los barcos de los próximos años,
reconocer la necesidad de que la inversión pública necesaria debe hacerse con fondos privados retribuidos razonablemente como se hizo en el siglo XIX y principios del XX;[iv]
definir esa inversión pública necesaria en dos subgrupos: uno, la infraestructura social requerida para que se haga realidad la promesa de buenos servicios públicos para los pobres: escuelas y liceos, hospitales y policlínicas, seguridad ciudadana y cárceles adecuadas separadas para adultos y para jóvenes; y, dos, los elementos de la infraestructura necesaria, desde las carreteras, vías de ferrocarril y generación de energía hasta la reorganización del caótico tránsito montevideano y su acumulación de basura.



[i] Porque hay quienes usan esta expresión como un insulto, aclaro que la uso en el sentido del Diccionario: son los que tienen tierra.
[ii] Esta información y mucha más sobre la extranjerización producida durante los gobiernos “de izquierda” se encuentra en Herrera y Berterretche, 2010, Uruguay: El “modelo progresista”…Un país a la venta.
[iii] Alcanza con conocer, por ejemplo, W. Arthur Lewis, 1954 “Economic Development with unlimited supplies of labour”, Manchester School, que junto con obras semejantes sucesivas, le valieron el Premio Nobel de Economía.
[iv] No exagero: hablo del puerto, la rambla de Montevideo, los barrios de Reus, los emprendimientos de Piria, el Palacio Salvo…


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